El difícil descenso de la teoría a los
diseños de instrucción y la pluralidad de enfoques en Fedicaria.
Seminarios II (Santiago, 1992), III (Huesca, 1993) y IV (Santander,1994).
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Algunos de los participantes en el III Seminario de Huesca
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1993
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Por el carácter de los tres
seminarios comprendidos entre 1992 y 1994 , es oportuno hacer una
glosa conjunta de ese periodo que respondería al enunciado con el
que se encabezan estas líneas. En ellos nunca se abandonó del todo
los debates iniciados en Salamanca sobre la fundamentación teórica
de los proyectos, ni se dejó zanjada la cuestión de los criterios
de selección, organización y secuencia de los contenidos. No obstante,
en estos encuentros, debido al diferente ritmo de elaboración y
a la variedad de intereses de los distintos grupos, fue difícil
hacer girar las sesiones hacia los temas monográficos previamente
acordados. Fue ardua tarea el ir descendiendo de la perspectiva
teórica al diseño de instrucción de los materiales curriculares.
Este era, en efecto, el fin de esta etapa de los seminarios: cómo
establecer relaciones de coherencia entre los supuestos teóricos
de cada grupo y la elaboración de los materiales didácticos. Como
bien resumió Asklepios (1994), "juntos pero no revueltos",
se mostraron diversas formas de abordar y relacionar la perspectiva
teórica con el diseño de instrucción. Se coincidió, en efecto, en
la existencia de tres escalones o niveles: El primero lo constituía
el marco o perspectiva teórica de cada proyecto curricular que acabamos
todos denominando, siguiendo los pasos de Lerena y Asklepios (1991),
plataforma de pensamiento, y que coincidía muy genéricamente con
una aproximación crítica a la educación y a las Ciencias Sociales.
Esta coincidencia no evitaba importantes polémicas y diferencias
sustanciales. Desde el racionalismo "duro" y crítico de
Asklepios (al estilo de la escuela filosófica de Bueno) hasta la
hermenéutica de la duda de Aula Sete (al estilo pragmático anglosajón),
que representan los polos opuestos sobre el papel de la gran teoría
en el diseño curricular. La mayor vecindad teórica se produjo entre
Asklepios-Cronos-Barataria forjada en torno a las tradiciones materialistas
provenientes del marxismo. Por su parte, el grupo IRES realizaba
una opción de sincretismo teórico muy ambiciosa, pero claramente
diferenciable de los anteriores. Diferencias que se hicieron muy
ostensibles a la hora de situar el modelo didáctico y las aportaciones
psicopedagógicas dentro del marco teórico de cada proyecto. Una
vez más, en Asklepios-Cronos-Barataria se primó a los componentes
gnoseológicos y sociohistóricos frente a los psicopedagógicos, que
ocupaban, sin embargo, un papel central en otros proyectos como
el de IRES o Aula Sete. En cierta medida, los debates reflejaron
el distinto papel que se otorgaban a las llamadas fuentes del curriculum
en cada uno de los proyectos.
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Grupo Cronos en Huesca
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1993
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A lo largo de los seminarios fue planteándose
una discusión (inconclusa) sobre la dicotomía enseñanza de las ciencias
sociales basada en problemas sociales versus enseñanza basada en
las disciplinas, tema que Rozada (1994) glosó acertadamente en el
Seminario de Huesca, aunque la manera que tuvo de deshacer el nudo
puede calificarse de paradójica. En este aspecto, los puntos de
vista de los grupos alcanzaron todo tipo de matices diferenciales:
desde quienes abogaban por un estudio de problemas de la vida cotidiana
(Asklepios), o una por una enseñanza orientada a problemas sociales
del presente y del pasado (Cronos), hasta quienes valoraban más
las disciplinas (Aula Sete, Germanía-Garbí), o quienes entendían
los problemas como problemas de conocimiento sobre asuntos sociales
(IRES), o finalmente, aquellos otros (Barataria) que, orientando
la enseñanza a problemas sociales, convertían la historia, en versión
de materialismo histórico, en el referente fundamental.
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Algunos miembros de Asklepio en Huesca
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1993
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En fin, aunque hubo muchas llamadas a la cordura
e incluso llegó a cuajar la metáfora dantesca de los círculos infernales,
y menudearon las invitaciones a descender a lo práctico y cosas
por el estilo, se afirmó la conveniencia de la reflexión teórica
como componente esencial de todo proyecto curricular, ya que pudimos
observar cómo los planteamientos teóricos previos y subyacentes
"marcaban" de manera indeleble, sacramentalmente, las
características propias de cada proyecto curricular.
El segundo escalón del diseño
curricular sobre el que se discutió ampliamente fueron los criterios
y medios por los que era posible fijar algún tipo de organizador
de contenidos que permitiera construir un mapa general de la enseñanza
en el conjunto del área. Prácticamente todos los grupos en su trabajo
tuvieron que hacer uso de algún tipo de artificio o engranaje técnico-pedagógico
para traducir su plataforma de pensamiento en contenidos para la
enseñanza (es decir, en contenidos organizados y ordenados secuencialmente
para nutrir las unidades didácticas). Esta coincidencia no es rara;
es común a los proyectos curriculares de Ciencias Sociales más conocidos
de otros países. Las soluciones no fueron unívocas, pero tanto en
las aportaciones de todos los grupos se adivina una común necesidad
de buscar grandes organizadores para la distribución y secuencia
de los contenidos del área; ello aparecía como especialmente apremiante
cuando se opta por que las disciplinas y su estructura académica
no sean las que impongan ni la selección ni la organización ni la
secuencia de los contenidos de enseñanza. De ahí que este artilugio
fuera más imprescindible, más capital y decisivo, si cabe, en aquellos
proyectos que más énfasis pusieron en atribuir a las disciplinas
académicas un papel subordinado a fines educativos y valorativos.
El tercer escalón quedó situado
en el diseño de las unidades didácticas y la producción de material
curricular para su uso en el aula, lo que se denomina diseño de
instrucción. Costó tiempo en llegar hasta ahí, aunque la mayoría
de los grupos no separaron, como momentos distintos, la reflexión
teórica del primer y segundo escalón, con la producción de materiales.
Ya desde los primeros seminarios Cronos y el Seminario II del CEP
de Salamanca presentaron materiales de enseñanza que obedecían a
un modelo didáctico; por su parte, Aula Sete siempre dio prioridad
a la elaboración de material para la experimentación y su uso en
el aula, mientras Asklepios utilizó una metodología más deductivista
y sólo al final se unió, en la reunión de Santander, a la presentación
de unidades didácticas. En IRES la producción de unidades didáctica
estuvo relacionada con la propia expansión de los grupos de colaboración
de su proyecto. El ritmo de producción de resultados más o menos
finales siempre fue desigual.
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Algunos miembros de Ires en Huesca
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1993
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En la reunión de Santander ya todos los grupos
presentaron unidades didácticas; la reunión versó monográficamente
sobre la función que habría de cumplir el modelo didáctico en el
diseño de unidades. Uno de los temas estelares fue el de tipo de
secuencia de actividades que cada grupo utilizaba en sus unidades,
asunto que ya fue adelantado en Huesca por Cronos y el Seminario
II de CCSS del CEP de Salamanca. Existió cierto asentimiento sobre
la conveniencia de producir el material didáctico de acuerdo con
algún supuesto sobre cómo se producen las secuencias de aprendizaje.
La coincidencia se produjo en la estructuración de cada unidad didáctica
en grandes fases (planteamiento del problema, nueva información
y recapitulación) y en la idea de que cada etapa demandaba un tipo
de actividades de aprendizaje arquetípicas, aunque no se llegó a
acuerdos más amplios, manteniendo los grupos un estilo propio en
el diseño de las unidades, siendo muy notorias las semejanzas entre
Cronos y Barataria. Una de las cuestiones que quedaron pendientes
fue qué elemento o elementos del curriculum habían de ser los que
gobernaran el diseño de las unidades: Cronos defendió una vía interactiva
entre contenidos, objetivos y actividades en la que el tipo de actividades
hacía de urdimbre, mientras que otros grupos, especialmente las
unidades de Asklepios, guiaban la secuencia en función de los contenidos,
del discurso teórico del profesor. Otros grupos como IRES pusieron
más el acento en la idea de investigación como medio de articulación
las actividades de las unidades.
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Aula Sete en Huesca
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1993
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En este capítulo no fueron pocos
los debates sobre el hipotético isomorfismo entre las teorías del
aprendizaje y los procesos de construcción del conocimiento dentro
y fuera del contexto escolar. Cuestión de no menor cuantía fue el
debate sobre el significado del constructivismo como elemento pretendidamente
fundamentante de los supuestos didácticos de un proyecto curricular
y de un método de enseñanza. Por una parte, se encontraban los que
abogaban, como IRES, por una estrecha relación entre constructivismo
y un método de enseñanza basado en la investigación, y por otra los
que, como Cronos, sólo encontraban en el constructivismo sugerencias
y orientaciones pero nunca un método de enseñanza. En el fondo, en
estos debates han sobrevolado las viejas polémicas entre las relaciones
de adecuación entre teorías psicológicas y teorías de la enseñanza,
y entre formas de conocimiento y formas de aprendizaje. |